Cierva entre las jaras |
miércoles, 25 de septiembre de 2013
LA BERREA EN MONFRAGÜE
Últimamente, cada vez que voy al
parque nacional de Monfragüe en fecha señalada, acabo de mal humor, por la
forma poco adecuada del comportamiento de algunos visitantes, y muy preocupada
con la forma en que se lleva la gestión de este espacio natural, tan querido
por los extremeños.
La visita más reciente tuvo lugar
el pasado fin de semana, con motivo de asistir al impresionante fenómeno de La
Berrea. Era la primera vez que acudía en fin de semana, ya que en anteriores
ocasiones había ido siempre una tarde cualquiera, entre semana. Los que tenemos
la suerte de vivir tan cerca, podemos permitirnos ese lujo. Y claro,
acostumbrada a ver y oír La Berrea en total silencio y en compañía de pocas
personas, respetuosas, y amantes de la naturaleza en estado puro, lo del pasado
sábado fue un verdadero impacto.
No saben cuánto lamento tener que
decir esto pero, el sábado Monfragüe más parecía un parque de atracciones que
un parque nacional. Los miradores estaban tan concurridos como “ferias” y el
lamentable espectáculo que podía contemplarse era: familias con niños, todos
dando de comer a las confiadas hembras. Todos alegres y bulliciosos, encantados
con la proximidad de los animales. Seguro que los niños disfrutaron, pero es
muy mala costumbre dar comida a los animales salvajes, que pueden llegar a
acostumbrase a la presencia humana.
Las personas bienintencionadas
del otro día, le ofrecían pan, pero puede que ese ciervo se encuentre con otras
personas no tan benignas (cazadores furtivos, por ejemplo), y se acerquen a
ellas confiados sin prever las consecuencias. Piensen en esto y, por favor, no
den más comida a las ciervas.
sábado, 7 de septiembre de 2013
EL ENTORNO NATURAL DE PLASENCIA.
En su mayor parte, este
modelo productivo está abandonado, deteriorado o en serio riesgo de
desaparición. No podemos olvidar que si el medio natural se degrada,
la propia ciudad sufrirá también esa degradación, ya que no podemos aislarnos del
entorno donde vivimos. Conservar y cuidar el entorno natural de Plasencia la convertirá en una ciudad mejor, más culta y de ciudadanos más felices.
El medio natural inmediato que
rodea Plasencia lo constituyen tres espacios bien diferenciados: la Sierra de
Santa Bárbara, el medio fluvial del Jerte y el monte de Valcorchero. Los tres
son de gran belleza y tienen un destacado papel en la configuración del paisaje
urbano así como en la vida de la ciudad y de los ciudadanos. Todos son
esenciales para comprender la ciudad y la particular calidad de vida que disfrutamos quienes vivimos aquí. Todos forman
parte de nuestro Patrimonio cultural
y, como tales, deberían ser conservados, respetados y disfrutados.
Plasencia es una pequeña ciudad
en medio de una Naturaleza privilegiada que la singulariza y que, en otros
tiempos, la alimentó. Valcorchero ha sido siempre zona de pastos y
aprovechamiento silvícola (corcho, bellota, carbón), además de principal
cantera de granito de la ciudad. En zonas próximas, como el Cotillo de San
Antón o La Data, se labraba la tierra con los cultivos típicos de secano. El
aceite y el vino se producían en la Sierra de Santa Bárbara, poblada también de
distintas variedades de frutales. Y en las márgenes del río, que aportaba
pescado fresco, se cultivaban las fértiles huertas de merecida fama durante
siglos.
martes, 3 de septiembre de 2013
Nos presentamos...
NOS PRESENTAMOS...
A lo largo de la historia, todas las civilizaciones han
organizado su territorio con el fin de satisfacer las necesidades esenciales
del hombre: comida y casa. Así, los paisajes de Extremadura son el reflejo la
huella impresa por distintos pueblos y culturas en su afán vital. Contemplamos
una naturaleza, modelada por unos rasgos culturales de gran profundidad histórica,
que hoy es fuente de goce y disfrute para quien se adentra sin prisa y con los
sentidos atentos a una experiencia inagotable. Oeste Natura propone itinerarios
interpretados por los paisajes culturales de Extremadura, para disfrutarlos y
descubrir sus múltiples dimensiones, fruto de la sabia relación entre el hombre,
como constructor de paisajes, y su medio natural.
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